En mi primera prueba de mi Blog, pensando con que pieza podria empezar y no pude dejar a un lado al Vampiro de Berlin, ese que fue mi compañero en muchas noches de estudio, concentracion y creacion de mis trabajos de programación, este disco en particular es el de Klaus Schulze titulado "Moondawn", un intérprete y compositor alemán de música electrónica el cual también utilizaba el pseudónimo de Richard Wahnfried. Fue durante un breve periodo de tiempo miembro de bandas de música electrónica como Tangerine Dream o Ash Ra Tempel antes de iniciar una carrera en solitario que consta de más de 50 álbumes y que abarca cinco décadas, Que Loco!!!
En 1976. Klaus Schulze había publicado un año antes uno de sus mejores trabajos bajo el título de “Timewind” otra joya mas de la corona, y entraba en el estudio para grabar el que para la mayoría de sus seguidores, sería su obra maestra o, al menos, un disco que estaría en cualquier lista de sus cinco discos más memorables. El escenario es similar al de sus LPs anteriores: Schulze rodeado de sintetizadores y cachivaches electrónicos, prácticamente sin nada compuesto previamente, salvo algunos esbozos y, como novedad, la participación del batería Harald Grosskopf en una de las partes del disco. El día que las musas acuden a visitarle, lo que tenemos son minutos y minutos de alguna de la mejor música que jamás se haya grabado dentro del género electrónico. Quiero recalcar de Schulze el carácter improvisado de su música: “Habitualmente, cuando compongo y toco la primera nota, no tengo ni idea de qué nota irá después”. Esto presenta el inconveniente de que, cuando la inspiración decae, el resultado son horas y horas de material desechable del que Schulze no siempre sabe desprenderse como atestiguan las impresionantes cajas de hasta 50 discos que llegó a publicar con grabaciones descartadas tanto de trabajos en estudio como en directo.
“Floating” – Comienza el tema con ese tintineo electrónico que tanto imitó Kitaro. Sorprendentemente escuchamos un recitado del “padre nuestro” en su versión en árabe al que Schulze resta cualquier tipo de intencionalidad al margen de la estética. Van apareciendo poco a poco notas estáticas de órgano con ocasionales pulsos electrónicos mientras el músico va generando capas y capas de sonidos que van añadiéndose continuamente al principal. Con el paso de los minutos comienza a filtrarse un ritmo bajo la amalgama de sonidos, primero como un tenue apunte en tonos agudos y más tarde ya sin tapujos con la entrada de la percusión y los secuenciadores que van dando cuerpo a la pieza. La primera variación tonal de la secuencia principal coincide con la retirada de las cuerdas y a partir de entonces, toda la pieza queda subordinada a las partes rítmicas. Estamos ya ante la clásica pieza de Schulze y, por extensión, ante una de las representaciones más puras de la llamada Escuela de Berlín: una base rítmica sintetizada y minutos por delante para improvisar. Los elementos melódicos son breves y de corto desarrollo, quizá para no distraer la atención del oyente del armazón de sonido y ritmo que asciende en su papel de sustento de toda la composición hasta convertirse en la composición en sí. Tenemos que destacar el papel de la batería a lo largo de toda la pieza. Ya se habían grabado discos en los meses anteriores con las mismas características de “Moondawn”, especialmente por parte de Tangerine Dream pero la batería era un elemento con el que estos no contaban por lo que las partes percusivas eran más monótonas. Schulze, no lo olvidemos, comenzó como batería y eso le da una ventaja decisiva al incorporar ese instrumento a la mezcla consiguiendo una integración total con los secuenciadores fusionándose con ellos de forma magistral, hasta el punto de no hacerse notar más allá de lo necesario pero consiguiendo que su presencia sea fundamental. Tras casi media hora de ritmos endiablados, la pieza finaliza bruscamente entre los mismos tintineos que nos acompañaron en los primeros minutos de la misma.
“Mindphaser” – Hoy, la utilización de sonidos “de la naturaleza” como viento, olas, truenos etc. es un recurso sobre explotado, especialmente en determinados tipos de música de perfil bajo que se vende con el reclamo de sus supuestos efectos terapéuticos. No era algo tan habitual en 1976 y el comienzo de “Mindphaser” nos muestra una de sus primeras utilizaciones cuando aún no se había convertido en un tópico. Aunque el tema comienza de un modo similar a “Floating”, con una sucesión de notas estéticas, de largo desarrollo, que se combinan con otras similares formando una compleja red de sonidos, hay una importante diferencia y es que aquí sí que existe un profundo sentido melódico y podemos ir siguiendo una línea de gran belleza que evoluciona paralela a los juegos de cuerdas electrónicas para acabar fusionándose con ellos en la parte final de un crescendo que queda roto bruscamente por la aparición de la batería en un registro completamente diferente al del corte anterior. Se produce aquí un corte abrupto en el que órgano y batería parecen directamente transplantados de una suite clásica de cualquier grupo de rock progresivo de la época. Este contraste inesperado es justificado por Schulze posteriormente como un anuncio de lo que el creía que era la muerte del rock, superado definitivamente por la naciente música electrónica. Esta aportación rockera (a la manera Schulziana, claro está) pretendía mostrar el canto del cisne del género y fue compuesta a propósito para causar una cierta decepción en el oyente, un contraste que descolocase al seguidor, algo que quizá exprese mejor el propio músico en la siguiente cita: “Prefiero la belleza. Por supuesto que en muchas ocasiones he utilizado sonidos bastos y, en cierta forma, desagradables pero únicamente como elementos musicales para conseguir un contraste dentro de una composición. La belleza es aún más evidente para el oyente si junto a ella le muestro también algunos ejemplos de fealdad que, aunque no lo queramos ver, también está presente en todas partes”. A continuacion la pieza en cuestion y los juguetes utilizados aqui son: The Big Moog, ARP 2600, ARP Odyssey, EMS Synthi A, Farfisa
Synthorchestra, Farfisa Professional, Crumar, Sequencer, Synthanorma
3-12.
En cierto modo, “Moondawn” fue testigo de un cambio sutil en la forma de hacer las cosas de los artistas electrónicos más o menos cercanos a la Escuela de Berlín. Hasta entonces, todos ellos actuaban conforme a un patrón similar pero a partir de 1976 esto cambió. La música de Tangerine Dream, por ejemplo, dejó atrás el componente de improvisación para centrarse en obras más trabajadas en estudio, menos espontáneas pero también más intencionales quedando para los conciertos la manera anterior de hacer las cosas. Los artistas emergentes como Jean Michel Jarre son también músicos de estudio principalmente y poco dados a dar rienda suelta a sus habilidades sin una base trabajada anteriormente en la que apoyarse. En ese sentido, Schulze se queda como el único representante del viejo orden, al menos entre los músicos más populares de su estilo (porque aunque hoy no lo parezca, estos artistas llegaron a ser muy conocidos: “Moondawn” llegó a vender más de medio millón de copias en aquellos años). Llamará la atención que en sólo cinco o seis años de existencia del género, hayamos empleado una expresión como la de “viejo orden” para referirnos a los primeros años de la música electrónica pero esa es otra de las características de ese estilo: la fugacidad de las tendencias, lo rápidamente que una forma de hacer las cosas es sustituida por la siguiente y eso es algo que va parejo a la evolución de la tecnología. Un grupo de rock o pop no se ve presionado por la exigencia de evolución en su estilo (más bien al contrario) por lo que puede pasarse buena parte de su carrera sin variar apenas sus registros y seguirá siendo bien considerado por sus fans. En la electrónica, la repetición es penalizada y el artista que sigue sonando igual va viendo cómo el “núcleo duro” de sus fans va reduciéndose con el tiempo ya que se produce una transferencia de seguidores hacia nuevos artistas más “modernos”, en el sentido más peyorativo que le queráis dar al término. Podemos considerar a Schulze desde esta perspectiva como un personaje admirable ya que los principios que han regido su carrera han sido inamovibles y, con el tiempo, la resistencia tiene también sus frutos en forma de un grupo de seguidores más reducido que el de artistas similares pero también más fieles de modo que, quizá, no le permita alcanzar (mantener) un estatus de superestrella pero, en cambio, sí hagan posible el sostener una carrera estable con la que vivir holgadamente y alcanzar un prestigio (que es algo tan etéreo como independiente de los niveles de ventas o las asistencias a los conciertos) mayor cada día.
Schulze es un artista de difícil trato que parece rebelarse por el papel secundario que ha terminado por ocupar si lo comparamos con estrellas como Kraftwerk o Jean Michel Jarre y, en general, es muy reacio a elogiar a otros músicos. En las entrevistas, tan pronto afirma que no escucha música de otros colegas como indica que escucha cosas de lo más variado, cambiando de gustos enormemente de unos años a otros. Así, según su web oficial, en 1998 la lista de lo que le gustaba escuchar incluía a Madonna o David Bowie junto con J.J.Cale, Scott Walker o los Bee Gees, Mozart o Wagner. Nueve años después, sólo Mozart y Wagner se mantienen en la lista (sólo coincide una obra, el Requiem del primero) y se añaden, en cambio, Lisa Gerrard, Porcupine Tree, Opeth o Him además de clásicos como Sibelius o Grieg. Lo que nunca ha perdido es su lugar destacado en otro tipo de listas: las que suelen elaborarse cuando se pregunta a otros artistas sobre los músicos más influyentes. Estos listados, tan distintos por lo general a los de ventas, suelen mencionar de forma habitual a Schulze, especialmente cuando más nos acercamos a géneros electrónicos.
Si sois seguidores de la música hecha con sintetizadores o, simplemente, queréis acercaros a ella y a la Escuela de Berlín, “Moondawn” es un disco con el que no os vais a equivocar, ya que es una de las obras que podemos considerar como banderas del género. Y con esta reseña le damos vida a este mi primer Blog, complacido mi Querido Miguelito, Te quiero Hermano!!
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